Detrás de la enigmática mirada de un gato, su ronroneo y su habilidad para caer no se esconde una inteligencia superior a la del resto del reino animal, sino más bien lo contrario, ya que es incapaz de detectar las conexiones causa-efecto entre los objetos.
Ésta es la conclusión de un estudio realizado por un doctorando de la Universidad de Canterbury, en Reino Unido, que ha demostrado que la inteligencia de los gatos es limitada y, en algunos supuestos, inferior a la de los perros.
El experimento al que Britta Osthaus, la 'descubridora' de las limitaciones gatunas, sometió a estos animales era sencillo. Estudió a quince gatos y sus reacciones ante la posibilidad de comer delicias de pescado colocadas en el extremo de una cuerda, pero que estaban cubiertas por una pantalla de plástico.
El objetivo era ver si eran capaces de ir al otro extremo de la cuerda para poder liberar el alimento del plástico y comerlo tranquilamente. Posteriormente, se les sometía a dos pruebas más difíciles para ver si habían aprendido la lección, ya que les ponía ante dos cuerdas paralelas y dos cruzadas en las que solo una de ellas tenía en su extremo el alimento. A pesar de que pudieron coger la galleta de pescado en el primer supuesto, en los dos siguientes se mostraron incapaces y solo lograron comerse el regalo por casualidad, mientras que los perros al menos sí podían comerse el alimento que estaba en dos cuerdas paralelas.
"Este hallazgo es de alguna manera sorprendente porque los gatos usan regularmente sus patas y sus garras para atraer cosas hacia ellos durante el juego y la caza", ha detallado Osthaus en declaraciones al rotativo británico The Guardian.
Eso sí, para los dueños de felinos que siempre han presumido de la inteligencia de sus mascotas, tiene un mensaje claro: "Si sabemos sus límites no esperaremos demasiado de ellos, lo que es importante para su bienestar".
"No trato de decir que los gatos son estúpidos, solo son...diferentes", concluye.
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